Anne Marie Brisebarre
En la cuenca mediterránea, las actividades pastorales extensivas, a menudo basadas en la movilidad de los rebaños, constituyen culturas que la modernidad del sector no ha conseguido abocar a la desesperación. Una actividad fundamental de esas culturas es la trashumancia, según la cual los rebaños, conducidos por pastores, atraviesan grandes extensiones de tierra en busca de hierba fresca y agua. Así, los pastores son depositarios de una cultura y unas técnicas que siguen muy vivas, y que cumplen las expectativas de la sociedad en cuanto que practican una agricultura y ganadería respetuosas. Aunque la sabiduría y las destrezas del arte del pastoreo se hayan modernizado con el paso de los años, y los pastores tengan actualmente la posibilidad de formarse en escuelas especializadas, la trashumancia de la cuenca mediterránea se encuentra amenazada porque los pastos suelen ser un bien común, un patrimonio público sometido a las necesidades agrícolas o a la construcción inmobiliaria. Por esta razón, los países de la región deben considerar la trashumancia como una práctica milenaria fundamental para la tradición cultural, la economía y el respeto al medioambiente.