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Una de las vivencias más mágicas de las familias es el momento en el que una criatura empieza a hablar, cuando pronuncia sus primeras palabras. Otro aprendizaje espectacular y con mucho reconocimiento social se produce cuando el niño o la niña aprenden a leer y a escribir. Poco a poco la criatura desarrolla un conjunto de procesos cognitivos y de estrategias comunicativas que le permiten llegar a expresarse oralmente con fluidez también fuera de casa. De rebote, la escritura se beneficia de ello: si la criatura habla con claridad, aprende a escribir antes y mejor, ya que es evidente que cuanto mayor sea el dominio del lenguaje oral más le ayudará a desarrollar el lenguaje escrito, y, a la vez, la precisión y el léxico de la escritura le permitirán hablar con más efectividad en contextos formales.
