A Coruña, España
Cuando, para gestionar sus inversiones de forma rentable, un grupo de inversores concentran sus fondos para que sean invertidos en valores –u otros activos, financieros o no- y gestionados de forma común, bien acudiendo a una vía societaria o bien a una estructura institucional o contractual, dichos riesgos son compartidos por una pluralidad de co-inversores, de modo que los resultados económicos individuales, se obtienen en función de los resultados colectivos. Esta forma de gestión de las inversiones se lleva a cabo en España, con sometimiento a la Ley 35/2003 de Instituciones de Inversión colectiva, cuya Ley exige que, si los inversores proyectan desarrollar la actividad, en forma societaria, deberán adoptar forma de sociedad anónima. En tal caso, la sociedad –que posee personalidad jurídica y un consejo de administración formado por personas que no necesitan ser accionistas- adopta las decisiones de inversión, adoptando los accionistas-inversores un papel eminentemente pasivo. Ahora bien; a pesar de los términos de la Ley, aparentemente prohibitivos, hay que admitir la posibilidad de que una actividad semejante de inversión colectiva pudiera llevarse a cabo, también, bajo forma de Sociedad Cooperativa. En tal caso, el poder de selección y decisión, en materia de inversiones, se hallaría, no en la Sociedad, sino en los propios accionistas-inversores, ya que se trata de una organización corporativa de carácter democrático –no plutocrático- y autogestionado. Y un análisis detenido de la legislación sobre sociedades cooperativas muestra que no solamente es posible lo anteriormente expuesto, sino que –además- en el Derecho de Cooperativas existen figuras que podrían proporcionar unos servicios y utilidad análogas a las que existen en las sociedades – anónimas – de inversión colectiva.
When a group of investors concentrates its funds to be invested in securities or other financial assets in order to manage its investments profitably jointly managed, either through a corporate channel or through a fiduciary or contractual structure, such risks are shared by a plurality of co-investors, so that the individual economic results are shared, are obtained on the basis of collective results. This form of investment management is carried out in Spain, subject to Law 35/2003 on Collective Investment Institutions, whose Statute requires that, if investors plan to carry out the activity, in corporate form, they must take the form of a Joint Stock Company Limited by Shares. In such a case, the company, which has legal personality and a board of directors made up of persons who do not need to be shareholders, takes investment decisions, with her shareholder-investors taking an eminently passive role. However, despite the apparently prohibitive terms of the Act, it must be admitted that such a collective investment activity could also be carried out in the form of a cooperative society. In such a case, the power of selection and decision, referring to investments, would be found, not in the Society herself, but in the shareholders-investors themselves, since it is a democratic, not plutocratic, and self-managed corporate organization. A careful analysis of the legislation on cooperative societies shows that not only is it possible to do so, but, in addition, there are figures in the law of cooperatives that could provide services and utility similar to those existing in companies –joint stock public companies limited by shares- of collective investment.