Las migraciones internas en España experimentan en la década de los ochenta importantes cambios que afectan tanto al volumen de los flujos, que se reducen claramente, como a su estructura interna (edad, profesiones, etc.) y a la matriz de origen-destino de los migrantes. Junto a la creciente importancia de los movimientos a corta distancia se distinguen tres procesos simultáneos: periurbanización, retornos de antiguos migrantes, y consolidación de nuevas áreas de atracción; el peso de cada uno de éstos varía a lo largo de la década en función de la coyuntura económica.