El jurista necesita de la reflexión ética para el ejercicio de su oficio. Este trabajo se detiene en los valores o virtudes que son propios al Derecho, partiendo de la enseñanza más antigua acerca de los mismos, representada por los estoicos, los académicos, y los peripatéticos; centrándose especialmente en Cicerón, que se esmeró en buscar la aplicación de las doctrinas clásicas antiguas al arte del Derecho.