Una idea central en este trabajo es que en las teorías contemporáneas sobre los movimientos sociales se está produciendo un proceso de convergencia entre supuestos de la tradición interaccionista del comportamiento colectivo y las teorías constructivistas que se desarrollan en Europa y Estados Unidos desde hace diez años. La continuidad entre estos enfoques se considera que es consecuencia de la vigencia que siguen teniendo algunos supuestos formulados por el primero que plantean cuestiones básicas para la sociedad occidental, como el significado social de las formas de participación en la vida pública, la importancia de los movimientos sociales en los procesos de definición colectiva de los problemas sociales y los aspectos de desidentificación individual asociados a la modernización. Otros elementos aquí analizados para explicar la persistencia de esta aproximación clásica en la investigación de los movimientos sociales son el énfasis en su reflexibilidad y en sus elementos dramatúrgicos y su capacidad para revisar algunos supuestos que constituyeron elementos de sesgo hace treinta años, como la contraposición entre comportamiento colectivo y organización social, que subyace a la concepción del primero como "desviado" e irracional.