En este trabajo se analiza la materialización de la calidad de vida como uno de los valores dominantes en las sociedades postmaterialistas: qué la produce en la vida cotidiana, qué se hace para lograrla. Partiendo de als distinciones clásicas en el concepto de calidad de vida (elementos objetivos y satisfacción subjetiva ; equilibrio y riqueza), se plantean otros componentes en la búsqueda habitual de la calidad de vida. Ésta se hace efectiva a través del consumo, pero lo supera, proporcionando una visión integradora, que abarca desde los elementos de la vida corriente a la propia identidad. Asociada al desarrollo de un proyecto vital, la calidad de vida implica la capacidad para controlar las distintas facetas de la vida. Como contrapartida, supone la continua puesta en juego de los recursos disponibles, en una sucesión continua de tensiones y apuestas que el agente debe resolver para recuperar el sentido de sus relaciones con los entornos social y natural. Se señalan algunas paradojas que impregnan la calidad de vida de un fuerte contenido dialéctico y manifiestan la transformación de las relaciones entre el individuo y la sociedad.