Segovia, España
Este artículo analiza la política exterior italiana en la década 2008-2018, subrayando tanto sus elementos de cambio como sus factores de persistencia. En este periodo, la política italiana ha vivido una profunda y aún inacabada transformación, la de una segunda república —una democracia mayoritaria dominada por la controvertida figura de Silvio Berlusconi— en una tercera república, identificada por el auge de fuerzas de carácter populista, antisistema y soberanista como el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga Norte. Por lo tanto, una de las preguntas más importantes e interesantes es qué clase de relación existe entre la nueva mecánica del sistema político italiano y la acción internacional del país. Puesto que cualquier proceso de cambio se caracteriza por la interacción, compleja y simultánea, de aspectos de novedad y continuidad, ¿cuáles son las principales innovaciones de la política exterior italiana? Y, sobre todo, ¿qué resultados, en términos materiales y simbólicos, ha conseguido? Este trabajo quiere poner de manifiesto que las recientes relaciones internacionales italianas pueden definirse por dos fenómenos generales. Primero, la reaparición de dos patrones recurrentes de su historia diplomática, es decir, un sentimiento de frustración en relación con sus aliados más importantes y la ambición de volver a una política de peso determinante tanto en Europa como en el tablero mediterráneo. En segundo lugar, la permanencia de una condición, aún sin resolver, de debilidad institucional y de incoherencia entre el rango y el papel internacional del país, un hecho que une tanto a las elites como a la opinión pública. La conclusión que se puede extraer demuestra que, como consecuencia del actual proceso de fragmentación y polarización social, la política exterior de Italia entre 2008 y 2018 ha ampliado —y no reducido— sus caracteristicas de insuficiencia y volatilidad, lo que amplifica su ineficacia estructural.
The article aims to analyze Italy’s foreign policy in the 2008-2018 decade, stressing both its elements of change and its factors of persistence. In this period, Italian politics has undergone a profound, and still unfinished, transformation: from a second republic —a majoritarian democracy dominated by the controversial figure of Silvio Berlusconi— to a third republic, distinguished by the rise of populist, anti-systemic and anti-globalist forces such as the Five Stars Movement and the Northern League. Therefore, one of the most important, and interesting, questions is what kind of relationship exists between the new mechanics of Italy’s political system and the country’s international action. Since any process of change is characterized by the complex and simultaneous interaction of aspects of novelty and continuity, what are the main innovations of Italy’s foreign policy? Above all, what results, in material and symbolic terms, has it achieved? This paper seeks to demonstrate that Italy’s recent foreign relations can be defined by two general phenomena. Firstly, the reappearance of two recurring patterns of its diplomatic history: a feeling of frustration in relation to its major allies and the ambition to go back to a policy of «decisive weight» (peso determinante) in the European and the Mediterranean chessboards. Secondly, the permanence of a condition of institutional weakness and unresolved incoherence between the rank and the role of the country in the international arena, a fact that unites both the elites and the public opinion. The conclusion that can be drawn is that, as a consequence of the current process of social fragmentation and polarization, Italy’s foreign policy between 2008 and 2018 has expanded —and not reduced— its characteristics of inadequacy and volatility, thus amplifying its structural ineffectiveness.