La inversión directa extranjera (IDE) en los diez países candidatos a la adhesión ha contribuido decisivamente en su proceso de aproximación económica a la UE, que es el mayor inversor en la zona y el primer socio comercial. Los flujos de inversión han sido especialmente intensos en la década de los noventa y se han mantenido en momentos de declive de la IDE a nivel mundial, siendo en gran parte responsables del proceso de modernización de las estructuras productivas de estos países, de la mejora de la productividad, del cambio en el patrón del comercio exterior y del equilibrio de la balanza de pagos.