Del The Wall Street Journal a los sectores más atolondrados de la izquierda internacional, la práctica totalidad de los comentaristas han defendido la idea de que el presidente boliviano Evo Morales cometió fraude en las elecciones presidenciales de noviembre de 2019. Esta suposición errónea contribuyó a privar al jefe del Estado saliente de su victoria en la primera vuelta, en provecho de una elite reaccionaria, establecida en Santa Cruz. Esta última sueña con tomar las riendas del país, pero sus esperanzas deberían verse frustradas en los nuevos comicios, previstos para el 6 de septiembre.