En el pasado siglo XX, la gestión de la productividad era anual y se basaba en modelos más cuantitativos, mediante los que se analizaba el recorrido de las personas revisando hitos conseguidos y no futuros. Hoy, los modelos de evaluación del desempeño persiguen principalmente el desarrollo de las personas, y se basan en conversaciones recurrentes entre evaluador y evaluado. Su objetivo es definir procedimientos de mejora (mediante la medición de KPI) y planes de carrera, detectar nuevas habilidades a desarrollar, compartir expectativas profesionales... Todo un cambio, que lleva incorporado en su ADN, según nos confirman todos los expertos entrevistados, el gen de la evolución constante al ritmo de la tecnología. Tal vez por eso, ningún experto se atreve a vaticinar cómo será la gestión de desempeño a medida que transcurra la década, ante la certeza de que cuando los actuales escolares alcancen la edad de incorporase al mercado laboral ocuparán puestos que aún no han sido creados...