Antonio-José Campesino Fernández
Desde 1956 al presente, las legislaciones urbanísticas-territoriales antepusieron el «suelo» al «territorio», evidenciando el interés especulativo por el suelo-mercancía frente al desprecio por el territorio-soporte, sin reconocimiento de su valor patrimonial (ÁLVAREZ, 1998). Han tenido que transcurrir seis decenios largos para que el fracaso del planeamiento urbanístico obligue a supeditarlo hoy a la ordenación territorial superior y a la dependencia de sus directrices. La nueva LOTUS de Extremadura así lo reconoce, tras 37 años de desgobierno territorial y urbanístico.