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Los principios que definen el mandato de la OIT, consagrados en su Constitución y en la Declaración de Filadelfia, no han perdido un ápice de valor o actualidad. En cambio, las condiciones en que la Organización desarrolla su labor han cambiado profundamente. El mundo del trabajo es uno de los escenarios de las grandes transformaciones medioambientales, tecnológicas e institucionales actuales y de los complejos desafíos que plantean. La respuesta de la OIT debería organizarse en torno a tres principios implícitos en sus objetivos constitucionales, a saber: la solidaridad, la democracia económica y la responsabilidad social y ecológica.
