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El cruce perpendicular de dos direcciones, norte–sur y este–oeste, define los dos grandes problemas de integración de la ciudad de Buenos Aires.
Por un lado, la ya centenaria ausencia de una relación franca de la ciudad con el río, perdida con la construcción del Puerto Madero y nunca recuperada; por el otro, el desbalance entre el sur y el norte de la ciudad. Un norte rico y metropolitano y un sur barrial empobrecido. Frente a este desafío, se entendió que la obra vial que unirá definitivamente el sistema circulatorio vehicular Norte - Sur del área metropolitana, es una oportunidad para comenzar a resolver un problema más vasto y plantear reflexiones y propuestas sobre la valoración del paisaje ribereño como ámbito de sustentabilidad y búsqueda identitaria. De esta forma la propuesta es amplia e inclusiva: si bien intenta solucionar el impacto que el nuevo sistema vial puede generar, avanza en la consideración sobre todo el frente del casco fundacional de la ciudad, donde se yerguen sus sitios y edificios más significativos, intentando subsanar su condición de fragmentación y deterioro. La clave de la propuesta está en la generación de nodos arquitectónicos que intentan amalgamar funciones diversas entre sí, pero que caracterizan y consolidan sitios de la ciudad.
Estos nodos servirán de plataformas de conexión entre la ciudad y el río al mismo tiempo que, gracias a la estructura espacial y los circuitos peatonales del Parque Central, se genera un recorrido lineal que irá uniendo estas plataformas de uso diferenciado en la dirección norte-sur, organizando un amplio perímetro longitudinal, constituyéndose en una nueva atracción recreativa y turística para la ciudad.
