Nos encontramos ante un libro que ha venido a romper, con la autoridad de un análisis serio y documentado, una de esas máximas de las redacciones informativas que se repetían como un mantra: del suicidio mejor no hablar porque es una información con efecto mimético. Había muchas voces que iban cuestionando esta máxima, pero como sucede tantas veces, siempre señaladas como «voces discordantes» con el parecer mayoritario, pero sin más.