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La sucesión en la presidencia de los Estados Unidos ha sufrido una evolución significativa desde sus comienzos, con la primera redacción de la Constitución, hasta la última reforma introducida por la XXVª enmienda, por entender que su contenido no era claro y daba lugar a diferentes interpretaciones, marcando un punto de inflexión en el constitucionalismo moderno. A pesar de las nuevas redacciones y las tendencias políticas de las fuerzas gobernantes, se reconoce implícitamente el principio de continuidad presidencial, en relación con el principio de continuidad del partido político que ha ganado las elecciones y gobierna los Estados Unidos, para dotar de seguridad jurídica al pueblo americano y a las instituciones democráticas. Se puede afirmar que el principio democrático junto con la legitimidad constitucional, rigen el orden sucesorio presidencial.
The succession of the United States presidency has undergone a significant evolution since its beginning with the first drafting of the Constitution, all the way up to the last reform introduced with the XXVth amendment, on the understanding that its content was not clear, giving rise to different interpretations whilst simultaneously marking a turning point in modern constitutionalism; Despite these new redactions and political tendencies of governing forces, the principle of presidential continuity is implicitly recognized in relation to the principle of continuity of political parties which have won elections and govern the United States in order to provide legal security to the American demographic and democratic institutions. It is clear that democratic principle combined with constitutional legitimacy govern the presidential order of succession.
