El proceso actual de globalización, que se construye sobre la libre circulación de capitales, representa para los países en vías de desarrollo una oportunidad para la expansión de su capacidad productiva, y, al mismo tiempo, dificulta la tributación efectiva de los ingresos procedentes de activos en manos de no residentes. Este artículo aborda esta problemática ¿la competencia fiscal entre países, los conflictos sobre la base imponible y los tratados de doble imposición y presenta un modelo simple que ilustra el dilema al que se enfrenta una pequeña economía abierta que pretende promover la inversión privada y financiar la infraestructura social. Este marco teórico se contrasta con la práctica de la fiscalidad internacional, en la vertiente de la evidencia estadística y en los avances en compartir la información y controlar los ¿paraísos fiscales¿. En conclusión, se subraya la necesidad de establecer un sistema de cooperación fiscal a escala mundial que vele por los intereses de las economías en desarrrollo.