Enrique Alberola Ila, Pilar L'Hotellerie Fallois
La crisis económica y financiera ha deteriorado la posición fiscal de la mayor parte de las economías desarrolladas hasta extremos inéditos en generaciones. La caída de la actividad, los estímulos fiscales y los apoyos financieros que ha sido necesario instrumentar explican ese drástico deterioro.Aunque la reactivación económica que está comenzando a afirmarse pueda aliviar en cierta medida los déficit fiscales, una consolidación fiscal sustancial –de unos ocho puntos del PIB en el saldo primario estructural–, que sitúe a la deuda pública de nuevo en una senda sostenible, se presenta como uno de los desafíos más importantes para las políticas económicas en los próximos años. Para lograrlo será necesario no sólo un fuerte ajuste presupuestario corriente, sino también cambios en los compromisos de largo plazo del gasto en pensiones y sanidad, y sobre todo consolidar unas tasas de crecimiento sostenible suficientemente elevadas, mediante reformas estructurales. En el corto plazo, los planes de consolidación fiscal deben ser compatibles, por un lado, con el mantenimiento de un cierto tono expansivo, que contribuya a sostener la aún débil demanda privada, y, por otro,con aplacar las sospechas de insostenibilidad de la deuda pública, que podrían llevar a los merca-dos a imponer primas de riesgo crecientes sobre ella. En definitiva, los desafíos sobre las finanzas públicas son importantes y, además, algunos retos trascienden este ámbito. Así, la imbricación entre política monetaria y fiscal durante la crisis hace que la reafirmación de la independencia del banco central constituya otro reto fundamental para las autoridades económicas, especialmente en un contexto de fragilidad de las finanzas públicas. Por último, dado el carácter global de la crisis, otro aspecto fundamental para facilitar una salida ordenada es la concertación internacional, que debería reflejarse en políticas macroeconómicas consistentes a escala global.
The economic and financial crisis has left the public finances of most advanced economies in a pre-carious position. The fall in activity, coupled with the fiscal and financial support implemented by theauthorities, explain this dramatic deterioration. True, the economic recovery under way may relievefiscal deficits to some extent; but a substantial fiscal consolidation –an improvement of around 8 ppof GDP in the structural primary balance– that places the public debt on a sustainable path is one ofthe paramount economic policy challenges ahead in the coming years. To achieve this, a sharp cur-rent budget adjustment may not suffice; changes in long-term entitlement commitments will berequired and, above all, it will be key to entrench a sizable and sustainable rate of growth, throughstructural reforms. In the short run, the consolidation plans should be compatible, on one hand, withsome continuing fiscal expansion to support –still-sluggish private activity and, on the other, with the neutralisation of expectations that debt may be unsustainable, which could lead the mar-kets to impose increasing risk premia on public debt. All in all, the challenges are daunting, not onlyin the sphere of domestic public finances, but beyond this, too. In particular, the interweaving of fiscal and monetary policy during the crisis on top of fragile fiscal positions means that reasserting the independence of central banks will be another key priority for policymakers. Finally, given theglobal nature of the crisis, another pivotal issue to provide for an orderly exit is to maintain interna-tional cooperation, in the form of consistent policy options at the global level.