Con independencia de si está o no de acuerdo, de si gusta o no, la globalización es algo fáctico, que se nos ha impuesto y que tiene manifestaciones evidentes. Esta globalización produce efectos negativos sobre los países de la periferia, principalmente sobre los sectores más desfavorecidos. La alternativa es fortalecer el Estado nacional que debilitó el neoliberalismo, propiciar la democracia integral y la participación de una ciudadanía consciente y activa. Solo desde un Estado nacional con estas caracterísiticas, se puede aspirar a una globalización más humana, que responda a los intereses de la mayoría, y no solo de unos cuantos.