Desde el Decreto de Graciano hasta los documentos conciliares de Trento, la preocupación por el estado de pobreza ha sido una nota destacada de los textos jurídico-canónicos y de los tratados tardomedievales. La atención preferencial al pobre se convierte en una máxima de cumplimiento de la Iglesia y de los poderes públicos. Esto permite hablar de la impronta de las instituciones canónicas en el origen del Estado moderno e, incluso, descubrir un antecedente remoto del Estado de bienestar.