El reconocimiento por el Tribunal Supremo de parámetros de convicción probatoria como el «lenguaje gestual» abre la vía al análisis de otros inherentes en las relaciones personales y sociales, a propósito de las emociones, como las microexpresiones faciales, la credibilidad del discurso y el lenguaje no verbal, ello en el marco de una situación de inestabilidad personal, como es el proceso penal para las partes e incluso para los testigos.