Los informes de Transparencia Internacional, año tras año, califican la corrupción como uno de los grandes problemas que lastran las economías de numerosos países y se convierte en uno de los elementos de la decadencia de la política y de la baja calidad democrática. La lucha contra la corrupción y el fraude requiere políticas de prevención y control en las que colaboren todos los órganos que tengan competencias en este objetivo, destinando recursos a la anticipación y el acompañamiento a la gestión de las Administraciones Públicas tanto como a la persecución y al castigo.
La evolución de la tecnología de la información y las comunicaciones, así como los avances en las ciencias del comportamiento, permiten utilizar gran cantidad de datos y establecer con ellos patrones de conducta que permiten identificar malas prácticas que son, en definitiva, las condiciones para que se den casos de fraude o corrupción.