La economía creativa emerge a partir del año 2000 como un nuevo paradigma que sitúa la creatividad y la cultura como motores de crecimiento económico. La comercialización del valor creativo y la innovación se presenta como una ventaja estratégica para las ciudades, las regiones y también los países en desarrollo. Bajo este enfoque se ponen en marcha acciones y políticas de apoyo a la creatividad y de cómo “hacer dinero con ideas”. Sin embargo ha habido pocos esfuerzos a escala internacional para declinar esta idea en clave de cooperación. La Alianza Global para la Diversidad Cultural de la UNESCO abre en 2001 esta vía y experimenta a través de alianzas entre lo público, lo privado y la sociedad civil, nuevos modos de sostener las industrias y las empresas culturales en tanto que plataformas de expresión de la creatividad y la diversidad. Los resultados, modestos, parecen apuntar a que en el contexto de países en desarrollo y economías en transición, el apoyo a la creatividad debería privilegiar intervenciones que permitan a pequeñas y micro empresas culturales producir, acceder a mercados y distribuir sus productos. Las distintas iniciativas en América Latina y el Caribe confirman esta tendencia.
The creative economy emerged after the year 2000 as a new paradigm, which situated creativity and culture as motors of economic growth. The commercialisation of creative value and innovation has been presented as a strategic advantage for cities, regions and developing countries. Within this idea, the actions and policies which support creativity and which aim to “make money from ideas” are set in motion. Nevertheless there has been little effort on an international scale to read these ideas through the lens of co-operation. UNESCO’s Global Alliance for Cultural Diversity opened such a path in 2001, however, and began to experiment –through alliances between the public, the pri- - 152 - vate and civil society– with new ways of sustaining cultural industries and companies, by creating platforms for creativity and diversity. The results –which were modest– seem to point to the fact that in the context of developing countries, or economies in transition, support for creativity should privilege interventions that permit small and micro-companies working in the field of culture to produce, to get access to markets and to distribute their products. The various initiatives in Latin America and the Caribbean confirm this tendency.