Si hay un factor que incide claramente en la falta de éxito en la erradicación del hambre y la pobreza es, sin lugar a dudas, la desigual distribución de los ingresos. Aunque a nivel global se han realizado avances considerables para reducir la pobreza extrema, la desigualdad de ingresos sigue siendo alta. Esto significa que la mayor parte de la reducción de la pobreza se ha logrado gracias al incremento del crecimiento económico y no mediante la disminución de la desigualdad de ingresos.