El sector campesino organizado constituye, pues, uno de los tres pilares de sustentación del régimen. En caso de que se aflojara el control de este pilar, como ocurriría con cualquiera de los otros, el sistema político mexicano correría el riesgo de una serie de desestabilización y entraría, a no dudarlo, una fase crítica. Al Estado le interesa, de manera importante y persistente, que sus sitemas de control respecto a los tres pilares de sustentación sean constantemente renovados, perfeccionados, convertidos en rápidos mecanismos de sometimiento y enajenación.