Barcelona, España
Puede afirmarse que la Psicología Social contemporánea dominante ha perdido cualquier interés por el debate intelectual. Y no sólo eso, sino que como decía Henry Tajfel la Psicología social no ha tenido ciertamente éxito en crear una revolución intelectual en el sentido de afectar profundamente nuestra visión de la naturaleza humana como, por ejemplo, Freíd y Piaget lo han hecho para la psicología individual (Tajfel, 1972:106). Sin embargo, ha sido el Construccionismo social quizás la única corriente que se ha erigido como uno de los interlocutores en los debates contemporáneos de la Filosofía y de las Ciencias Sociales. Efectivamente, en los años ochenta del siglo pasado, este tipo de perspectiva penetra en el conjunto de las Ciencias sociales y, específicamente, en la Psicología social y se convierte en revulsivo en un contexto disciplinar marcado por una ortodoxia heredera del positivismo. Encuentra una fuerte oposición y las voces en contra se alzan potentes y descalificadoras, llegando a la amenaza de exclusión, cuando no a la exclusión misma, de todas aquellas personas que se sentían atraídas por este programa. La cuestión ahora es, después de más de veinte años, ¿aún mantiene el construccionismo la misma carga de rebeldía? O por el contrario ¿estamos delante de una nueva forma de ortodoxia? Hay algunos problemas, pero creo que desde el construccionismo se pueden aventurar algunas de las claves que se encuentran en el paisaje post-construccionista una vez sentidos algunos desasosiegos, algunos malestares, algunos problemas incluso, que pueden derivarse de la época dorada construccionista. En todo caso, se trata de mantener en permanencia una perspectiva crítica en Psicología social. Perspectiva crítica en lo teórico, pero también el estudio específico de procesos sociales y, por qué no también, en la intervención. Lo que habría que hacer sería perfilar un panorama dónde aún tengan cabida aportaciones que subviertan el carácter instituido y objetivo de las ciencias sociales partiendo del posicionamiento de que la autoridad científica es, en estos momentos, la autoridad con mayor poder a la hora de justificar el mantenimiento de un orden social, de legitimar órdenes sociales con efectos de sujeción y dominación de las personas.