El Gobierno del Presidente Sánchez ha encontrado una Administración desestructurada, lenta, poco eficaz, donde el gobierno tiene que ejercer su función directiva con dificultades. Es la herencia de Rajoy y de su Gobierno, que entre 2012 y 2018 convirtieron la Administración General del Estado en un campo de minas, que van estallando en cuanto se descuida cualquier ministro. Es extraordinariamente dificultoso aprobar proyectos normativos, por los obstáculos a la formalización de contratos de bienes y servicios y a la gestión del Presupuesto, así como por las limitaciones al nombramiento de altos cargos