Desde la anexión de Crimea en 2014, Rusia refuerza su dominio militar en el mar Negro y Turquía se adapta a ello. Con el control de los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, ha desempeñado durante mucho tiempo el papel de obstáculo contra la expansión rusa hacia los mares cálidos. En la actualidad, Ankara y Moscú, con una gran hostilidad con respecto a Washington, mantienen a las fuerzas navales occidentales a distancia.