El 29 de agosto de 2005, un huracán se cernía sobre Nueva Orleans causando la muerte de cerca de dos mil personas y destruyendo decenas de miles de viviendas. Esta catástrofe ha permitido que los decisores y las elites económicas experimenten con un urbanismo de “tabula rasa”, con el objetivo de reemplazar a los pobres por turistas: un método que podría inspirar a otros dirigentes deseosos de sacar provecho de las tragedias climáticas…