Raymond Torres, María Jesús Fernández
La economía española creció en 2018 un 2,5%, una tasa relativamente elevada en comparación con la eurozona, pero inferior a la registrada el año anterior (3%). Se esperaba que la ralentización procediera principalmente de la demanda nacional, pero esta mantuvo una notable fortaleza en todos sus componentes, de modo que la desaceleración se debió enteramente al deterioro del sector exterior. Para 2019 se prevé un crecimiento del 2,1%, gracias de nuevo a la demanda interna, puesto que el sector exterior detraerá tres décimas de crecimiento, por el menor incremento de las exportaciones que refleja el deterioro del entorno internacional.
Pese ello, la economía española seguirá creando empleo y se estima que la tasa de paro baje hasta el 13,9%. La aprobación de una agenda de reformas orientada a reducir la temporalidad del empleo que lastra la productividad y la generación de capital humano, mejorar el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios, e incentivar la inversión en nuevas tecnologías, innovación y educación, potenciaría en los años sucesivos el crecimiento, reduciría en mayor medida la tasa de paro y mejoraría la deuda pública y externa.