El presente trabajo tiene por objeto analizar dogmáticamente dos de los problemas más discutidos al momento de abordar el estudio del delito de robo, a saber, la posibilidad de admitir como intimidación a una falsa representación de la realidad (engaño causado por un tercero) que hace que la víctima disponga de sus bienes y la punibilidad de la tentativa fracasada, esto es, aquella situación en que el imputado reconoce que la realización del delito se ha vuelto imposible.