Rosa Elena Di Martino
Nos encontramos, por tanto, conque el usuario de la red ha de buscarse particularmente su propio resguardo, en una situación que recuerda, en cierto modo, al Lejano Oeste cuando al atravesar territorios inexplorados y, presumiblemente infestados de peligros, las diligencias y caravanas debían procurarse por sí mismas la protección que el medio no les proporcionaba. También la red es un territorio extraño y lleno de peligros y en ella cada uno habrá de velar por su propio beneficio y por su propia seguridad.