Uruguay
La Constitución de 1918 es una pieza fundacional la democracia pluralista de Uruguay, porque consagra reglas básicas de la civilización política nacional y porque emana de un pacto que consolida el protagonismo de los partidos y procura una “paz permanente”. El artículo 100 de aquella carta magna estableció un principio de autonomía para los servicios económicos y sociales del Estado que se restringe en las Constituciones de 1934 y 1967, pero mantiene vigencia y dibuja un modelo distintivo de gestión pública: anudando una pauta de especialización con una premisa pluralista, que modera la concentración de facultades en el Poder Ejecutivo. Cien años después, el gobierno central cuenta con recursos de poder reforzados, pero debe hacerlos valer a través de los filtros de la “descentralización autonómica” y de la política de partidos
The Constitution of 1918 is a founding piece of Uruguay’s pluralist democracy, because it established the basic rules of the national political civilization and also because it emerged from a pact that consolidated the prominence of parties and sought a “permanent peace”. The article 100 of that carta magna established a principle of autonomy for the economic and social services of the State. This autonomy was restricted in the Constitutions of 1934 and 1967, but still remains in force and draws a distinctive model of public management, linking a pattern of specialization with a pluralist premise, which moderates the concentration of powers in the Executive branch. One hundred years later, the central government has reinforced its power resources. Nevertheless, it must assert them through the filters of “autonomous decentralization” and party politics