Acabar con el petróleo y los gases de efecto invernadero: esas son las promesas del coche eléctrico. Pero el entusiasmo actual oculta las nuevas contaminaciones y las dependencias geopolíticas que esta revolución conlleva. Puesto que China, gracias a su monopolio de algunas materias primas, podría convertirse en la capital mundial del automóvil.