Casi todo el siglo XX fue el siglo del estructuralismo, las estructuras -sociedad, cultura, economía se imponían al individuo por la socialización, por la coerción social o por el consenso. En última instancia, se pensaba que la posición de los individuos en las estructuras determinaría sus formas de conciencia y de acción. Estas concepciones dominaron a lo más importante de las ciencias sociales del siglo xx [Alexander, 1989). Aunque siempre existieron corrientes divergentes del estructuralismo, en particular las hermenéuticas, que antes de los años ochenta estaban relegadas frente al estructuralismo en la teoría y al positivismo en la epistemología (Ritzer, 1992).