En la concepción educativa de Dewey el estudiante adquiere protagonismo porque la condición del aprendizaje radica en el interés del estudiante. Sin embargo, el rol de profesor no es secundario porque consiste en ayudarle a descubrir cuáles son sus intereses y a enseñarle el método necesario para reflexionar sobre la realidad social. La influencia hegeliana se observa en Dewey por su intento de superar los dualismos epistemológico, ontológico y moral. El fin de la sociedad es el mismo que el de la educación y el de cada individuo que consiste en la mejora social. Dewey rechaza el fin como algo externo a la acción, lo que le lleva a identificar los fines con los medios. Esto solo es posible mediante la utilización de un método basado en la experiencia y que culmina en ella porque la mejora social requiere que el punto de partida sea la propia realidad social. Este método fundamenta su pragmatismo convirtiendo a la acción en instrumental, como el medio necesario para la reforma social. El profesor es responsable de la educación moral y debe lograr que el estudiante reflexione sobre la realidad social, buscando su mejora, y este aspecto da sentido a la educación del carácter.