Los cambios que en el último cuarto de siglo han tenido lugar en la dimensión demográfica de la estructura social española son calificados aquí de "terremotos" para expresar su intensidad y rapidez, y muchas veces su turbulencia. Desde el fuerte descenso de la natalidad hasta el crecimiento de los activos en el sector terciario, los datos poblacionales relevantes para el conjunto del sistema social español han terminado por acomodarse, con cierta brusquedad, a las pautas demográficas europeas.