Carles Oliver Barceló, Antonio Martín Procopio, Xim Moyá Costa, Alfonso Reina Ferragut
El papel en blanco no existe: libélulas, flores, espigas, piedras-banco y frenos de tractor transformados en reposabrazos estaban allí antes de que llegáramos.
En plena resaca del boom inmobiliario nos encargan la dirección de las obras de urbanización y el proyecto de ordenación de 320 VPO y un colegio. La necesidad de construir la escuela y la financiación con fondos del Ministerio de Fomento impulsan el inicio de las obras, que han supuesto una inversión de 920.000€.
Como condición para dirigir las obras solicitamos modificar el proyecto anterior, el cual tenía todas las cartas para terminar como urbanización fantasma.
Como alternativa propusimos un parque para el disfrute de todos los campaners, ya que hasta la fecha no disponían de ninguno. La organización del tráfico tipo súper-manzana permite que la mayoría de calles sean de uso exclusivo para peatones con la intensidad de uso de una zona ajardinada.
En este parque/ecobarrio se ha incidido especialmente en la reutilización de los restos del propio solar: tejas, piezas de marés (piedra local), herramientas del campo, troncos de madera, comederos para las vacas, etc.
Las técnicas utilizadas en esta obra son replicables en rehabilitación de barrios y ciudades.