¿Se puede cambiar el mundo imponiéndose no molestar demasiado a los poderosos? Los Gobiernos latinoamericanos progresistas, aceptando condicionar sus políticas de justicia social al aumento de las exportaciones, han facilitado la tarea a aquellos que se afanan en su fracaso: una vez que la economía está por los suelos y las arcas vacías… es más fácil darse a la crítica. ¿Y si la audacia comenzara por el sistema impositivo?