No se destruye un edificio con un simple golpe de excavadora. Hay que proceder mediante pequeñas muescas, crear grietas, golpear por todas partes. Este trabajo de zapa debilita la estructura: un ínfimo movimiento de la máquina puede provocar entonces el derrumbamiento del edificio. Ocurre lo mismo con las actividades de demolición social. Desde los años 1970, los liberales se esfuerzan por debilitar los dispositivos que organizan la solidaridad francesa. El presidente francés Emmanuel Macron, multiplicando los focos, desde las universidades hasta el estatuto de los funcionarios, parece estar seguro de que algunos servicios públicos, como los ferrocarriles, han alcanzado niveles de degradación e impopularidad suficientes como para poder intentar estocar en beneficio del mercado. Sin embargo, ¿acaso no ha llegado el momento de exigir fortalecer el principio de interés general?