¿Un país en el que las divisiones caracterizarían sobre todo al campo conservador? ¿Donde la izquierda suscitaría el entusiasmo de la muchedumbre? ¿Donde la esperanza de nuevas conquistas electrizaría a los progresistas? Ese país existe: se trata del Reino Unido, pues la elección de Jeremy Corbyn a la cabeza del Partido Laborista, en 2015, ha permitido una refundación de la izquierda en el propio interior del partido socialdemócrata tradicional.