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Cuando el caso de Harvey Weinstein irrumpió en las portadas de los periódicos, nunca había oído hablar de ese personaje. Sin duda, yo era el único periodista de Estados Unidos que demostraba una ignorancia tan completa. ¿Quién era entonces ese productor de cine acusado de haber agredido sexualmente a un número incalculable de mujeres? Al comenzar a documentarme descubrí que, en una época no tan lejana, era célebre por otro motivo totalmente distinto: su íntima relación con el Partido Demócrata y su generoso apoyo a una variedad de personalidades y de buenas causas clasificadas como progresistas. Durante mucho tiempo incluso fue considerado como un adversario intransigente del racismo, del sexismo y de la censura. Le debemos, por ejemplo, una gran cantidad de veladas fastuosas destinadas a recaudar fondos para la lucha contra el sida. En 2004, otorgó su apoyo a un grupo de mujeres bautizado como “las madres en contra (...)
