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José María Fernández-Crehuet Santos
La recuperación de la economía española con tasas de crecimiento del PIB por encima del 3% en los dos últimos años junto a las previsiones realizadas por el gobierno y el Banco de España que mantienen esta tendencia, han conseguido ya que el PIB español haya recuperado el nivel del año 2008 anterior a la crisis. Dicha mejoría, no se ha trasladado del todo al mercado laboral. A pesar de contar actualmente con una menor tasa de población activa, tanto las cifras de paro registrado en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) como los de la Encuesta de Población Activa (EPA) continúan situando la tasa de paro en España como una de las más altas de la Unión Europea (17,2% en el segundo trimestre de 2017 frente al 8,5% del cuarto trimestre de 2007), tan solo superada por Grecia. Los contratos temporales, la parcialidad en el empleo y los salarios ajustados a la baja han favorecido cierto ajuste para promover la creación de empleo a costa de un empeoramiento de las condiciones laborales que inciden directamente en la conciliación de la vida profesional, familiar y personal.
¿El objetivo es alcanzar la situación anterior a la crisis o seremos capaces de elevar la cantidad y calidad del empleo con incrementos de la población activa y mejoras en las condiciones laborales? ¿Ha vivido España por encima de sus posibilidades y debe corregir el estilo de vida anterior a la crisis? ¿Qué posición económica y de calidad de vida nos corresponde? Parece conveniente que las mejoras en las condiciones de las jornadas laborales de los empleados para facilitar la conciliación, no deben realizarse a costa de pérdidas de productividad o competitividad que recaigan sobre las empresas y empresarios.
Para poder armonizar la vida personal, familiar y profesional no hay que solventar una cuestión, sino varias. Ello no depende solamente del fomento y aplicación de políticas y modelos para conciliar familia-trabajo. De hecho, la dimensión de este problema parece multiplicarse, pues lo que comenzó como algo específico del ámbito laboral, incluye hoy aspectos culturales, educativos, económicos, etc. Su planteamiento más bien depende del punto de vista desde el que se observe, de las estrategias que se pongan en marcha para solucionarlo y de los objetivos que tales estrategias promuevan.
Muchos estudios muestran que el equilibrio apropiado en el tiempo, forma o condiciones que el trabajador tiene que dedicar a sus necesidades personales y a la empresa tiene un efecto que, a la vez de beneficiar a éste, hace crecer su productividad. Son los modelos «win-win» en el que todos ganan. La flexibilidad de los horarios laborales es una de las formas más efectivas de mejorar la conciliación y la corresponsabilidad. La desconexión remota también facilita y respeta el tiempo de descanso, vacaciones así como la vida personal y familiar.
La cultura del presentismo laboral y el miedo a perder el puesto de trabajo en una sociedad (la española) con el doble de paro que la media comunitaria hace que muchos se vean obligados a estar presentes en el puesto de trabajo muchas horas, disminuyendo nuestra productividad por hora trabajada, con un sacrificio personal que sufre la conciliación con la vida personal y familiar.
Además, y es una causa importante de que nuestro huso horario actual impida que podamos conciliar más, cuando más tarde anochece, más se alarga la jornada laboral (no en la hora fijada como finalización de la jornada laboral en los contratos sino en las horas extras que se realizan no pagadas y realizadas por estar mal visto ausentarse antes que lo haga el mando superior, por ejemplo). El fomento de un sistema de objetivos y pluses de eficiencia fomentan la realización del trabajo en las menos horas posibles consiguiendo una mayor productividad en la empresa y un mejor aprovechamiento del tiempo de trabajo lo que se traduce en una mayor eficiencia.
Un análisis detallado de las Encuestas del Uso del Tiempo es clave para identificar fortalezas y debilidades en la organización de nuestro tiempo laboral y personal.
El objetivo no es que todos tengamos el mismo horario (lo cual es imposible y generaría, por ejemplo, cantidad de problemas de tráfico y «cuellos de botella» en bares y restaurantes) sino acomodar nuestras vidas para poder integrar la vida personal, profesional y familiar. Pensemos que el uso del tiempo y la forma de conciliar, tienen una influencia grande en muchos y diversos aspectos: la calidad de vida, la salud, el rendimiento escolar, la productividad, el sueño, la siniestralidad, los accidentes de tráfico, la igualdad, etc.
No se trata de imponer un único horario mediante una ley. Hay que respetar la libertad de las personas y debe haber múltiples opciones de horarios según la actividad laboral de cada uno. Habrá servicios con un horario continuado de 24 horas (urgencias de los hospitales, bomberos, policía, etc.) y otros con un horario menor pero también más extenso del habitual para prestar otros servicios (redacción de un periódico, radio, etc.), pero deberíamos ser educados en la valoración y gestión de nuestro tiempo a la vez que hacemos uso de nuestra libertad y prioridades en la vida.
La incompatibilidad del horario laboral del sector privado, escolar, comercio, hostelería, restauración y de la administración pública, es uno de los obstáculos más grandes a la hora de conciliar la vida profesional, personal y laboral. Habría que intentar seguir un horario más europeo y, en la medida de lo posible, homogeneizar los horarios de diferentes ámbitos respetando ciertas peculiaridades.
Un cambio de modelo económico que mejore dichas condiciones unida a transformaciones sociales, culturales en nuestros patrones de conducta en el uso del tiempo, horarios laborales más innovadores y una organización del trabajo centrada por objetivos para ser más productivos son una pieza fundamental para lograr este reto.
Es responsabilidad y labor de las Administraciones Públicas, promover, apoyar, asesorar y facilitar la conciliación y la corresponsabilidad de los ciudadanos fomentando políticas, estrategias y compromisos laborales para que se alcance una organización social que permita conciliar con un uso innovador del tiempo.
The recovery of the Spanish economy with GDP growth rates above 3% in the last two years, together with the forecasts made by the government and the Bank of Spain that maintain this trend, have already made possible that the Spanish GDP has recovered the 2008 level prior to the crisis. This improvement has not been fully transferred to the labour market. Despite the current lower rate of active population, both the unemployment figures registered in the offices of the State Public Employment Service (SEPE) and the Active Population Survey (EPA) continue to consider the unemployment rate in Spain as one of the highest in the European Union (17.2% in the second quarter of 2017 against 8.5% in the fourth quarter of 2007), second only to Greece. Temporary contracts, part-time jobs and the downward trend of salaries have favoured some adjustments to promote the creation of employment at the expense of worsening the working conditions that affect work-life balance policies directly.
Is the objective to achieve a similar situation prior to the crisis or will we be able to increase the quantity and quality of employment with increases in the active population and improvements in working conditions? Has Spain lived beyond its means and must correct its lifestyle prior to the crisis? What economic position and quality of life are we entitled to? It seems convenient that improvements in the conditions of working days of employees to facilitate work-life balance should not be carried out at the expense of loss of productivity or competitiveness that fall on companies and entrepreneurs.
To promote work-life balance not only one question must be solved, but several. This does not only depend on the promotion and implementation of policies and models to balance work and family. In fact, the dimension of this problem seems to multiply, since what began as something specific to the workplace, today includes cultural, educational, economic and other aspects. Its approach rather depends on the point of view from which it is observed, the strategies that are implemented to solve it and the objectives that such strategies promote.
Many studies show that the appropriate balance in time, form or conditions that workers have to devote to their personal needs and to the company has a mutual benefit for both parties and increases its productivity. They are the «win-win» models in which everyone wins. Flexitime is one of the most effective ways to improve work-life balance and co-responsibility. Remote disconnection also facilitates and respects leisure time and holidays as well as personal and family life.
The culture of presenteeism and the fear of losing a job in a society (the Spanish) which doubles the unemployment rate of the EU average makes that many employees are forced to be present in their workplaces for many hours, decreasing our productivity per hour worked, with a personal sacrifice that affects work-life balance.
Likewise, it is an important cause that our current time zone prevents us from being able to better balance work and family life; the later it gets dark, the longer hours the working day (not the time set as the end of the workday according to contracts but overtime that is worked and not paid because leaving work before senior managers is not considered acceptable, for example). The promotion of a system of objectives and efficiency bonuses promotes finishing work in the least possible hours achieving greater productivity in the company and making a better use of working time, which is related to greater efficiency.
A detailed analysis of Time Management surveys is the key to identify strengths and weaknesses in managing our working and personal time.
The goal is not for every worker to have the same work timetable (which is impossible and would create a great deal of traffic problems and «bottlenecks» in bars and restaurants) but to accommodate our lives in order to integrate personal, professional and social life.
We must consider that the use of time and the way to balance work and family life have a big influence on many and diverse aspects: quality of life, health, academic achievement, productivity, sleep, accidents, traffic accidents, equality, etc.
It is not about imposing a single timetable according to a law. The freedom of people must be respected and there must be multiple options of timetables according to each one’s job.
There will be services with a continuous work shift of 24 hours (emergencies of hospitals, firemen, police, etc.) and others with a shorter timetable but also longer than usual to provide other services (newspaper offices, radio stations, etc.), but we should be educated in the value and management of our time while making use of our freedom and priorities in life.
The incompatibility of working hours in the private sector, schools, retailers, hospitality, catering and public administration is one of the biggest obstacles when it comes to balance work and family life. It would be necessary to try to follow a more European timetable and, as far as possible, to make timetables of different areas uniform but taking into account certain peculiarities.
A change of an economic model that improves these conditions together with social and cultural transformations in our patterns of behaviour in time management, more innovative work timetables and a work organization focused on objectives to be more productive are a fundamental piece to achieve this challenge.
Public Administrations are responsible and must work to promote, support, advise and facilitate work-life balance and co-responsibility of citizens, encouraging policies, strategies and work commitments so that a social organization that allows to balance work and life is achieved with innovative time management.
