Madrid, España
La economía está sometida a un proceso de continua transformación que se ha venido acelerando en los últimos años. Se cambian las formas de producir, se destruyen puestos de trabajo a la vez que se crean otros distintos y varían las condiciones de bienestar del conjunto de la población. A través de este proceso permanente de "destrucción creativa» la economía progresa, lo que lógicamente tiene efectos a muy diversos niveles, incluidoslos que tienen que ver con el mercado de trabajoDe hecho, el actual debate en torno a losefectos de la digitalización en las condiciones de trabajo y empleo no es más que el último estadio de esa mutación permanente. En efecto, tras la primera revolución industrial a finales del siglo XVII y simbolizada por la máquina de vapor; la segunda, ya en el XIX, propulsadapor la especialización funcional y la división del trabajo, el motor de combustión interna o la producción masiva en serie como hitos más destacados; la tercera, a mediados del XX, asentada sobre las tecnologías de la información y la comunicación; la cuarta revolución industrial vendría dada por el impacto de la inteligencia artificial, los robos y las redes neuronales.Cada uno de estos hitos en la evolución económica han conllevado profundas transformaciones en la estructura productiva, pasando de una economía basada en el sector primario (agricultura y actividades extractivas) al secundario (la industria) y, de estos dos, al terciario (los servicios). Adicionalmente, también se observan cambios en la composición interna de cada uno de estos grupos de actividades, algunos de los cuales no tienen por qué obedecer a cambios "de fondo», sino de tipo coyuntural. Tal sería el caso del ajuste vivido por el sector de la construcción en países como Irlanda, Chipre o España a raíz de la última crisis económica. Todas estas transformaciones, especialmente las de carácter estructural, producen efectos muy importantes en el nivel de vida, el bienestar y en las condiciones de trabajo y empleo. Es más, el resultado final de los mismos, es decir, la configuración última de la estructura económica da lugar a «modelos de país», en los que los anteriores factores, entre otros, son también divergentes. El propósito del presente trabajo es aproximarnos a la especial relación entre ocupación y estructura productiva.
The economy is under a continuous process of transformation, which has been accelerated during last years. Production procedures are changed, jobs are destroyed whereas new ones are created and welfare of whole citizenship varies along time. Economy progresses through a procedure of 'creatíve destructíon" This logically has effects on severallevels, including those connected to the labour market. Actually, the current debate on the effects of digitalization on employment and working conditions is only the last stage of this permanent transformation. Thus, after the first industrial revolution at the end of the eighteenth century and symbolized by the steam machine, the second industrial revolution, at the nineteenth century, powered by the functional specialization, the division of labour, the internal combustion engine or mass production; the third industrial revolution, in the mid-twentieth century, based on information and communication technologies; the fourth industrial revolution arrives with the impact of artificial intelligence, robots and neuronal nets.Each of these milestones in economic evolution have brought profound transformations in the productive structure, going from an economy based on the primary sector (agriculture and extractive activities) to the secondary one (industry) and, from these two, to the tertiary sector [services). In addition, there are also changes in the internal composition of each of these groups of activities, some of which do not have to be due to "depth' changes, but rather to a punctual one. Such would be the case of the adjustment experienced by the construction sector in countries such as Ireland, Cyprus or Spain in the last economic crisis.AII these transformations, especially those of a structural nature, have very important effects on the standard of living, well-being and on employment and working conditions. Moreover, its the final result, that is, the ultimate configuration of the economic structure gives rise to "country models", in which the above factors, among others, are also divergent. The purpose of the present work ís to analyse the special relationship between occupation and productive structure.