La única alternativa al desorden internacional actual es la cooperación y el multilateralismo. Desde el acuerdo con Irán al cambio climático o la Agenda 2030, el papel de la UE es clave.
ATRAVESAMOS un periodo de cambios radicales y rápidos para la política global. Es un mundo con cada vez menos puntos de referencia: las potencias redefinen su papel en el escenario mundial, el poder es difuso y fragmentado, los pilares del sistema internacional nacidos después de las guerras mundiales están en cuestión. En este escenario en constante cambio, la Unión Europea se ha convertido en un punto fijo de apoyo del sistema internacional. Somos un poder creíble, confiable y predecible, tal vez el único ahora. Y somos un socio indispensable para todos aquellos que trabajan por un sistema internacional basado en la cooperación, las reglas, la búsqueda de soluciones win-win en las que todos salgan ganando.
En la década de 1990, al final de la guerra fría, hubo quienes definieron Estados Unidos como una "nación indispensable". Han pasado menos de 30 años, pero parecen siglos. Creo que la idea de una sola y única "nación indispensable" se ha vuelto anacrónica en el mundo multipolar de hoy. Sin embargo, mi experiencia diaria me dice que la UE es ahora un socio indispensable en todos los asuntos importantes de política exterior de nuestro tiempo. Indispensable precisamente porque somos conscientes de la necesidad, cada vez más urgente, de construir nuevas alianzas y fortalecer las existentes, para buscar el consenso en lugar del choque.
Somos un socio indispensable para preservar un sistema internacional de reglas y multilateralismo, con las Naciones Unidas como centro de gravedad imprescindible. Somos un socio indispensable para todos aquellos que trabajan por una solución pacífica a los conflictos de nuestro tiempo, comenzando con la mayor catástrofe de estos años: la guerra en Siria. Somos un socio indispensable para África, con nuestras inversiones para el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad del continente, y contra el cambio climático.
Tal vez en Europa no somos plenamente conscientes de ello, y de hecho durante muchos años la narrativa dominante fue la de un continente en crisis. Pero en mi trabajo, tengo la suerte de poder ver nuestra Unión a través de los ojos de nuestros interlocutores de todo el mundo. Y sé que miran cada vez más a la UE como un punto de referencia mundial.
Proteger y reformar la gobernanza multilateral EN los últimos tiempos, el sistema de la ONU y la idea misma del multilateralismo están bajo ataque. Las reglas del Derecho Internacional se perciben como una jaula, en lugar de una garantía para todos.
Que la UE invierta en la ONU y en sus agencias no es un gesto de caridad, sino nuestro interés específico. Cuando invertimos en Unicef, estamos trabajando para educar a millones de niños que viven en situaciones de conflicto y para luchar contra la radicalización. Cuando invertimos en la Unesco y en la protección del patrimonio cultural, también es una ayuda para prevenir conflictos y apoyar los procesos de reconciliación después de una guerra. Los europeos nunca hemos dejado de invertir en el Programa Mundial de Alimentos, que desde el comienzo de la crisis de los refugiados ha realizado y continúa haciendo un trabajo increíble en condiciones muy difíciles. Estos también son gastos para nuestra seguridad común y para una seguridad que sea verdaderamente sostenible. Tenemos todo el interés en garantizar que la ONU pueda abordar los desafíos actuales de la mejor manera posible: por eso apoyamos el trabajo del secretario general, António Guterres, para la reforma del sistema de la ONU ...