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La evolución del ocio y el turismo, primero como derecho y ahora como fuente inagotable de experiencias y potencialidades económicas lo convierten en un fenómeno multifacético y cambiante, que requiere diversas miradas que puedan entender su facilidad para mutar continuamente.
El rasgo predominante del turismo ya no es la exploración, ni su dimensión de ocio de masas, ni siquiera el low cost o las experiencias, sino todo ello a la vez. Es capaz de ser de sol y playa en algunas zonas, low cost o promotor de experiencias únicas en otras. Ya no solo se ubica en lugares determinados, sino que ocupa todo el espacio. Se ha adueñado de nuestras ciudades, nuestras calles, y en muchos casos de nuestras casas;
desatando con ello diversos enfrentamientos entre residentes, promotores y ayuntamientos, quienes, a falta de herramientas para gestionar los impactos, han optado por ir resolviendo a la velocidad que los instrumentos se lo permiten.
La diversificación de este fenómeno plantea una urgencia de soluciones a conflictos relacionados con la vivienda, la convivencia y la saturación de determinados espacios. En este artículo nos enfocaremos sobre todo en los relacionados al mercado de alquiler, que viene proponiendo múltiples soluciones tanto a nivel local como internaciona
