La globalización no es un fenómeno desconocido para la agricultura mediterránea. Ni puede afirmarse que haya sido negativo para las exportaciones hortofrutícolas españolas, sobre todo después del ingreso de España en la Comunidad, en 1986. El impulso fue resultado de una ventaja de situación de las zonas productoras con respecto a Europa, del libre acceso de nuestras exportaciones a los principales mercados de destino y de un conjunto de ventajas competitivas basadas en las condiciones agroclimáticas y en el dinamismo de nuestras empresas. Hasta prácticamente hace una década, la exportaciones hortofrutícolas españolas se vieron restringidas por las barreras comerciales de la Comunidad Económica Europea, es decir, por esas mismas barreras que muchos de nuestros agricultores temen ver desaparecer, ahora que ya somos miembros del club europeo