Raquel Taranilla García
La práctica del derecho es una actividad eminentemente lingüística, de modo que en el quehacer de los profesionales del derecho desempeña un papel crucial su competencia comunicativa. Es por ello que empiezan a proliferar cursos y materiales didácticos destinados a la enseñanza de habilidades comunicativas en contextos jurídicos. Ahora bien, en ellos raramente se aborda la técnica narrativa, a pesar de que, de forma muy frecuente, la actividad jurídica implica construir relatos sobre hechos del pasado. El objetivo de este artículo es determinar qué aspectos de la configuración de narrativas debería tratar la enseñanza de discurso jurídico. A partir de la caracterización de las narrativas generadas en el proceso penal, se identifican cinco cuestiones que no deberían ser orilladas en la docencia de la lengua del derecho.