Amparándose en su competencia en materia de «espectáculos públicos», Navarra pretende aprobar un reglamento taurino nuevo que en lugar de imponer, como hasta ahora, las reglas de los toros, deja éstas a la libre determinación de los interesados: que sean los empresarios, los toreros� (y no el Boletín Oficial, pues) quienes decidan qué y cómo va a ser la (hasta hoy) corrida. ¿Cabe semejante desregulación?