Barcelona, España
En el presente artículo se analiza el modo en que se ha conceptuado la transexualidad en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Veremos que los sucesivos cambios de denominación y de criterios diagnósticos obedecen a las presiones recibidas por los redactores del manual por parte de científicos, académicos, organismos políticos y asociaciones por los derechos “trans”. Fruto de estas tensiones se ha reconceptualizado la transexualidad en diversas ocasiones, pero se han mantenido las connotaciones mórbidas de la categoría diagnóstica. Abordaremos asimismo el debate sobre la patologización de la transexualidad, que está dominado por dos discursos contrapuestos: el que justifica su inclusión en el DSM porque cree que de este modo se garantiza el acceso a la terapia hormonal y quirúrgica, y el que la critica porque considera que el diagnóstico contribuye a la estigmatización de las personas “trans”. Concluiremos el artículo sosteniendo que el acceso a los recursos sanitarios para personas “trans” ha de entenderse como un derecho básico que no puede estar sujeto a requisitos clínicos.
This paper analyses how transsexuality has been conceptualized in the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM). We will see how the successive changes in the denomination and diagnostic criteria are largely due to the pressure that the editors of the manual have received by scientists, academics, political organisations and organisations for the transgender rights. As a result of these tensions the transsexuality has been reconceptualised in several occasions, although the connotations inherent to the diagnostic category which treat it as a disease have endured. Likewise, we will address the current debate on pathologisation of transsexuality which is dominated by two opposed discourses: one which justifies the inclusion of transsexuality in the DSM because it considers that the diagnostic guarantees the access to hormonal and surgical therapy, and the other which criticises its inclusion because it considers that it contributes to the stigmatisation of the transgender people. The paper concludes that the transspecific health resources should be regarded as a fundamental right which cannot be subject to clinical requirements.